domingo, 16 de enero de 2011

historia de recuperación

Estoy en recuperación. Porque el final del año fue fuerte, convulsivo-calmado, triste-feliz, cansado-descansado.
Volví al blog porque al fin llegó una buena historia, o más bien la gana de postear. Ayer recuperé a mi ximena, mi prima. La que perdí hace tres años por razones insuficientes pero que en ese momento eran suficientes. Aunque siempre supe que nunca serían suficientes. Me sueño con ella por lo menos dos veces al mes desde que dejamos de hablar...era la exacta sensación de tener una hermana perdida, y en esta soledad que vivo últimamente siempre pensaba en ella: como si estuviéramos para tener hermanas perdidas por el mundo. Si ya de por sí es un milagro tener hermanos del corazón, de los que lo conocen a uno hasta el último rincón de la entraña.
Le pedía al cosmos una oportunidad para encontrarla, una carta, un mensaje, una coincidencia. Que sucedió anoche, acá en Bogotá. Porque hubiera podido ser en cualquier parte del mudo. Pero la encontré en Bogotá y nos dimos un abrazo que me devolvió el alma al cuerpo, aunque hay mil cosas que hablar y tenemos que poner al día tres años de historias, pero confirmé que el corazón sí que tiene una memoria y que cuando uno encuentra a tiempo al que se le perdió, el hueco se cierra de inmediato y todo se localiza en el encuentro. Es lo único que importa.
Estaba esperando una señal de cómo va a ser este nuevo año, o una especie de cabañuela o noticia que me diera una pista. Creo que va a ser el año del encuentro, de la recuperación, de la vuelta. Lo que me hace falta es posible que llegue este año, se me ocurre. Sea lo que sea que me hace falta y que me tiene tan intranquila desde noviembre pasado. Al menos ya recuperé a mi prima. Puedo decir que la vida me cumplió un deseo, seguramente porque lo deseaba mucho, con perdón y con humildad y con puro amor. Es muy bonito recuperar a alguien.