martes, 22 de septiembre de 2009

arriba, abajo. derecho, revés

Hay momentos en que tengo todo lo que quisiera escribir en la punta de la lengua, y hay momentos en que se me esfuma todo del pensamiento. El fin de semana pensé en escribir sobre mi abuelo Marcos, y mi teoría de que soy su reencarnación porque a él le gustaba el piano, los sombreros, la ropa de invierno, las ensaladas. También el tango. Y yo heredé cosas de él sin haberlo conocido. Me dice mi mamá que me parezco a él en cosas...Me pregunto mucho si me estará mirando, si me acompaña, si desde allá me manda esas señales que me dicen que tengo un ancestro en otra dimensión, que de verdad entiende cómo soy y de qué estoy hecha, porque él estuvo hecho de lo mismo. A veces extraño a mi abuelo y hubiera querido conocerlo. Preguntarle un par de cosas...que seguro me hubieran resuelto la mitad de la vida.

Hoy pensé en el taxi que cuando tenga un hijo le pondría Marcos. Y a una hija le pondría julia. O julia-maría pero suena raro...

Ayer al medio día pensé en escribir sobre el ascensor del edificio en mi nuevo trabajo. Hay uno de los ascensores que huele igualito, igualito, al olor del ascensor del hotel en Cartagena, al que iba cuando niña. Es chistoso porque cada vez que me monto, en mis días atareados, me devuelvo a los seis años. Me acuerdo de mis sandalitas minúsculas, me acuerdo del olor de las calles de cartagena, el vientico por las noches, la sopa de tomate. Mi papá caminando conmigo de la mano y yo tropezándome en cada cuadra...y mi papá diciéndome: pero hija, mira bien por dónde vas caminando...
Pucha. Me monto a ese ascensor y se me viene todo a la cabeza: el vestidito de baño de raya roja, blanca, azul. La alergia a la arena qeu se me pegaba a las piernas cuando me sentaba con la cola mojada en la estera de mi mamá...
Y me acordé de las alergias raras qeu tengo y que son motivo de burla. Es verdad qeu es raro y chistoso. Soy alérgica a la arena que se pega en las piernas, al pasto mojado, a la lana, al calor a veces, al frío también a veces, al pelo que me corta el peluquero y que se me queda pegado a la camiseta, al corazón de la piña, a algunos gatos y a algunos perros...a los besos con tipos que tienen algo de barba. esto último es terrible porque es muy delator. La intensidad y extensión del beso me quedan marcadas en la cara. No hay manera de disimular...

Mi cabeza se la pasa divagando últimamente. Ahora más que nunca, no sé porqué. Me escapo de las conversaciones y hago cara de que pongo atención, pero estoy en otro planeta así tenga los ojos fijos en la persona que me habla. No sé si sea un buen síntoma o un mal síntoma.

Hoy al almuerzo pensé en escribir que hay momentos en que me parece que la vida no tiene ningún sentido. Después me pareció que sí tenía.

Anoche pensé en escribir que estoy contenta porque me encargaron leer un manuscrito en francés y hacer el informe de lectura en español. Lo mismo que hacía en Paris, pero al revés. Me ilusioné de saber que de alguna manera seguimos conectadas. Que la vida es como una media que está a ratos al derecho, y luego con los mismos rombos pero al revés. Lo de arriba abajo, lo de la derecha, a la izquierda. Lo de francés en español, lo de español en francés.

Y estoy contenta porque volví a cocinar por las noches cuando llego a mi casa.

Me gusta que Paris no me suelta. Porque yo nunca la voy a dejar ir.

martes, 15 de septiembre de 2009

pereza

hace diez días no escribo. no sé qué pasó. se me cansó la mano. le tengo historias al blog, pero se las cuento después. tengo sueño...

sábado, 5 de septiembre de 2009

aquí voy

aquí voy, aquí voy, aquí voy. Sobreviví a la gripa de esta semana que me tumbó dos días a la cama. Es chistosa la sincronía que tienen en mí la gripa. Que me llega siempre que hay cambios fuertes, ansiedadesa, noticias que me revuelcan la cabeza. Esta sincronía entre la gripa y yo empezó en París. Por ejemplo, el día que cumpí 30 años estaba tirada en la cama, con fiebre y dolor en todas partes. muriéndome. la vieja de mi oficina me dijo que tenía que llevar incapacidad médica entonces tuve que levantarme e irme al médico, esos médicos franceses que son de lo peor.. me hizo sacar la lengua, me hizo una fórmula y me mandó de vuelta para la casa. cogí el metro, acongojada, con dolor de piernas y paré en la farmacia a comprar los remedios. el señor boticario, que no voy a olvidar nunca, al devolverme el carnet del seguro médico me dijo: señorita, hoy cumple treinta años, feliz cumpleaños.
Salí de la farmacia, doblé la esquina y se me escurrió un lagrimón. llegué a la casa, sola otra vez y pensé: ya estuvo bien de andar por París sin saber para dónde va la vida. con gripas por las que nadie responde y a las que nadie cuida. quiero volver a bogotá.

La gripa de esta semana me la cuidaron mis papás, mi hermana y xime, mi amiga psiquiatra que tiene un par de alas gigantes. el martes vino y me trajo caldo de pollo, con pechuga porque dice que mi mal es del corazón. hicimos un ritual de sanación y se fue al cumpleaños de pedro, su novio.

Es caprichoso, pero en la gripa de esta semana extrañé mucho París.