domingo, 20 de noviembre de 2011

Love revisited

Vengo amenazando hace varios meses con que voy a escribir una novela de atrás para adelante, empezando por la cubierta que la tendrá que diseñar ana sanchez, y la contra que la tendré que escribir yo, y de ahí desde el final hasta el principio. Todo empezó por un mal chiste en twitter, en esos días en que uno cuenta hasta de qué color son sus medias, y comenté que escribiría una novela titulada love revisited. Luego elaboré la idea en un almuerzo con ana y carolopez, y acordamos que si ya tenía pensada la contra del libro y el final de la historia, debería entonces escribirla de atrás para adelante, o de hoy para ayer. Dije que sí.

Sin embargo uno es consciente de sus limitaciones, y si desde los dieciocho años nunca volví a tener el juicio de escribir historietas cortas, nada pulidas, menos voy ahora, que estoy contaminada de banco y de monotonía, a escribir una novela sobre el amor, y encima de atrás para adelante. Tengo ideas, sí, y habrá un blog especial para los intentos que seguramente serán fallidos, pero una novela pues no lo sé. Lo importante es el intento y como dicen los profesores mamertos ¨el ejercicio¨, para no defraudar a mis amigas que le tienen fe a todos mis desvaríos y me aplauden cada idea de locos. Cómo no aprovechar estos gestos de amistad.

En love revisited habrá personajes femeninos, eso sí, muchos, o tal vez no muchos pero sí muy femeninos. Habrá mamás que imponen su mamadez a sus hijas, habrá hijas tratando de imaginarse cómo ser mamás, habrá solteras y habrá comprometidas y estaré yo de alguna forma, omnipresente, con mis videos sobre la feminidad y el amor. Y sobre el aburrimientos seguramente también.

Como preámbulo a todo esto, y una vez más debido a acontecimientos recientes y coyunturales como mi viaje a nueva york y recientes encuentros cercanos del tercer tipo con esa raza extraterrestre que son los hombres, escribo esta nota para ampliar mi pensamiento de ayer, mi pregunta de porqué se hace tan difícil relacionarse, enamorarse, enredarse; en últimas, acompañarse. Ayer le decía a caro venegas eso justamente. Frente al desconcierto que he vivido esta semana ayer vi claramente la ironía: cuando yo era adolescente y estaba en el colegio no tenía idea de lo que era una relación; mis novios no tenían en qué caerse muertos; los planes más audaces eran ir a fumar marihuana en círculo oyendo bob marley, o irnos de paseo a la finca de alguien siempre y cuando fuera una mamá. Cuando tuve mi primer novio nos tocaba hacer visita en el estudio de mi casa y máximo hasta las 11 de la noche. El resto de la relación se daba por cuenta de eternas conversaciones telefónicas en las que nos contábamos hasta qué habíamos comido al almuerzo. No había mucho más que hacer...encerrarnos a bluyinear cuando se podía.

El caso es que en esa época el amor era más fácil. Era fácil. Uno conocía un man en una fiesta, el man sacaba a bailar, pedía el teléfono, llamaba la siguiente semana y si la cosa arrancaba pues uno ya no se volvía a separar. Fluían naturalmente las muestras de amor: cartas, flores, tequieros, teamos, no puedo vivir sin ti. Estaba uno en clase con la cabeza en un globo y el mundo entero, con todas sus contradicciones, tenía sentido. Lo de menos era el presupuesto de la relación. Si alcanzaba para echar baile el fin de semana era perfecto, si no, había que buscar donde meterse debajo de una cobija y manosearse hasta el hastío viendo una película. Todo eso se podía. Sin tener aún carrera profesional, ni celular, ni devengar un sueldo, ni vivir solo en un apartamento; aún sin estar liberado del yugo de los papás el amor se podía. Me acuerdo que a pesar de los tapujos e inconvenientes de tener una relación medio seria a los dieciocho años, yo siempre supe lo que los manes sentían por mí porque me lo decían, así simplemente, y porque se notaba todos los días en el tiempo que compartía con ellos, así fuera telefónico o telepático. Mis novios fueron a bautizos, primeras comuniones, matrimonios, novenas y todo tipo de eventos familiares íntimos. Compartieron conmigo enfermedades, entierros, y situaciones económicas difíciles en mi familia en las que tocaba racionar la mesada entonces ya no se podía tanto cine ni tanto baile... Esos manes estaban conmigo todo el tiempo.

Pero entonces uno crece y vienen las tusas y los arrepentimientos, y es como si le cambiaran el corazón a la gente. Ya hay más desconfianza que amor, ya no hay el impulso de mandarse de narices y enamorarse sin pensar mucho en la consecuencia. Es raro porque cuando uno crece, que es cuando debería estar más listo para querer a alguien a lo bien, con los medios requeridos, con la independencia, con el presupuesto para la diversión o para lo que sea, entonces las cosas ya no se dan. Porque los manes, y seguramente también las mujeres, andan con el corazón herido y medio infartado. El momento en el que uno debería estar más seguro, más decidido, es el momento en el que entramos a la pesadilla de encuentros-despedidas-elucubraciones-abandonos... Ya cada uno cela lo que siente y no se lo explica a nadie. Saber si un man siente o no algo por uno es una proeza y toca conjurar y consultar oráculos para poder llegar a lo que verdaderamente tienen por dentro. Es un milagro cuando el momento se da para compartir tres horas juntos en los que ninguno sabe qué decir para no caer, y luego esperar que la rueda vuelva y de la vuelta para encontrarse otra vez, y así... A este punto esperar compañía de la verdadera es iluso; que te acompañen al bautizo o cuando estás en una clínica, o simplemente que se queden a tomar onces o a jugar cartas, eso ya se hace imposible. Que estén dos semanas seguidas ahí. Es imposible. Que llamen por teléfono, es imposible.

Ya el amor cuando uno crece tiene que ver también con adquirir aptitudes y sobre todo paciencia de enfermero para entender las heridas del otro y poder con las de uno. Toca hacer el malabar para que los dolores de uno no dañen al otro, pero también entender los dolores del otro para que aprendan a vivir con los de uno. Hay que desarrollar altas capacidades psicológicas para comprender devenires, confusiones, y además mantener adentro la ilusión. Muy difícil. Extenuante. Sería bonito que todo el mundo pudiera sanarse rapidito; que pudiera sanarse la desconfianza, el miedo, el ego...todas las cosas que se cagan al siguiente en la línea y que seguramente tienen toda la intención de quererlo a uno.

Si todos pensáramos en ese siguiente en la línea, que no tiene todo el tiempo del mundo para esperarnos, pues sería más fácil encontrarnos. No andar como sobrevivientes de guerra con dolencias por el mundo, confiando en que el enfermero se siente a esperar la evolución del paciente hasta que buenamente sea capaz de dar algo. Es muy irónico todo esto. Yo no quiero vivir en el mundo de los enfermos del corazón porque el mío está latiendo ahí siempre siempre siempre; con dolores, pero late porque es muy terco y porque nunca va a aceptar esta miseria. Eso sí, lo que menos quiero es enamorarme de un enfermero... sobre todo porque en general son feos...

Esperen esto y más en personajes, pequeños capítulos y parlamentos en Love revisited...si mi juicio lo permite..