viernes, 19 de junio de 2009

love love love

Vine a mi casa a almorzar corriendo y estaba viendo tele. pillé la película que se llama Love Actually. Tiene una escena muy romántica en la que un escritor va a buscar a portugal a una portuguesa de la que se había enamorado. Entonces la busca en el restaurante donde ella trabaja como mesera para proponerle que se casen. Yo había visto esa película y me pareció un poco cursi ese pedazo; me pareció dulzón. Pensé que eso no pasa en ninguna parte del mundo...

En Paris, el jueves de esa semana, estaba con un amigo tomándome un gin tonic muy delicioso en un cafecito que vive lleno de gente. Estábamos al lado de la terraza, pero no exactamente en la terraza. De pronto vimos que llegaron tres chicas, muy lindas las tres. Una, vestida de rojo, con un gran peinado y un gran vestido strapless. Otra vestida de blanco y la otra como de fucsia. Empezaron a pasar mesa por mesa, hablando en un francés con acento italiano, incomprensible. Le hablaban a la gente, dando instrucciones y explicando algo.
Mi amigo y yo pensamos que era algo de publicidad o que estarían regalando trago...

Luego de que las chicas pasaron mesa por mesa, el café volvió a la normalidad por un ratico... y depronto, cuando llegó el mesero que atendía la terraza, la chica del vestido rojo cogió un micrófono, y la música se puso suave. La chica, en su francés italiano, le empezó a hablar al mesero. Y le dijo que lo quería, que estaba enamorada de él, y que venía desde Milán con sus dos mejores amigas a decírselo.
El mesero se quería desmayar creo; la gente aplaudía enloquecida. A mí se me aguó el ojo y mi amigo estaba muerto de la risa. El mesero sólo le dijo: je suis au boulot là...
La novia explicó que le había pedido permiso a su jefe para hacer todo esto, y que lo único que quería era decirle que no podía vivir sin él y que después de todo lo que habían pasado juntos ella estaba segura de que valía la pena preguntarle si se quería casar con ella. La gente aplaudía.

Seguro que el jefe del café tuvo en cuenta el aumento súbito en el consumo de la clientela tan pronto la chica soltara la propuesta. El mesero, divino, cogió el micrófono porque era su turno del discurso y en resumen dijo que sí, que se casaba feliz y se devolvía para Milán. pero que gracias a los franceses por estar ahí y por darle trabajo este último par de años. A la chica se le escurrían las lágrimas...

Los novios se tomaron fotos con cada una de las mesas; la novia repartió cojines chiquitos en forma de corazón que decían: je t'em...entregó hojas para que los clientes de la terraza, los padrinos de la unión, llenaran sus datos porque serían invitados al matrimonio.

En los dos años que viví en Paris nunca vi una escena tan romántica. Vi besos apasionados en el metro y parejas encajonadas en la esquina del monoprix. Pero no una pedida de mano de una novia a su novio. A todo el mundo que le cuento, me habla de la escena de la película que me vi ahora al almuerzo. Y es verdad que esta vez la escena final me pareció linda y me pareció posible. Ahora pienso que esas cosas puede que pasen, pero solo pasan en Paris...

Luego pongo una foto que tengo por ahí...

3 comentarios:

CarolinaVK dijo...

Aish, no, no, se me aguó el ojo. Eso tiene que poder pasar en cualquier parte del mundo. Tal vez la idea es estar dispuesto a enamorarse, ¿no?

O no, no, tal vez solo pasa una vez en la vida.

Angela Ramirez dijo...

Yo me he enamorado tres veces en la vida. Las dos ùltimas, las màs intensas...así que no te preocupes Tenemos màs oportunidades de pedirle la mano a alguien...

COPO dijo...

guach. yo quiero.